Pero está bien que sea así, y no queremos ocultarnos ni ofuscarnos como
si tuviésemos que avergonzarnos de ello…
Somos dos barcos y cada uno tiene su meta y su rumbo; bien podemos
cruzarnos y celebrar juntos una fiesta, como lo hemos hecho...
- y los valerosos barcos estaban fondeados…luego tan tranquilos en un
puerto y bajo un sol que parecía como si hubiesen arribado ya a la meta y
hubiesen tenido una meta…pero la fuerza todopoderosa de nuestras tareas nos
separó e impulsó luego hacia diferentes mares y regiones del sol, y tal vez
nunca más nos veremos –
Tal vez nos volveremos a ver, pero no nos reconoceremos de nuevo… ¡los
diferentes mares y soles nos habrán trasformado!...
Que tengamos que ser extraños uno para el otro, es la ley que está sobre
nosotros..
¡Por eso mismo hemos de volvernos más dignos de estimación uno al
otro!...
¡Por eso mismo ha de volverse más sagrado el recuerdo de nuestra anterior
amistad!...
Probablemente existe una enorme e invisible curva y órbita de estrellas,
en la que puedan estar contenidos como pequeños tramos nuestros caminos y metas
tan diferentes…
-¡elevémonos hacia ese pensamiento!...
Pero nuestra vida es demasiado corta y demasiado escaso el poder de
nuestra visón, como para que pudiéramos ser algo más que amigos, en el sentido
de aquella sublime posibilidad.
Y es así como queremos creer en nuestra amistad de estrellas, aun cuando
tuviéramos que ser enemigos en la tierra.
La vida hiere. A veces los rasguños aparecen repartidos por aquí o por allí. Otras, los cortes dejan cicatrices que se pueden disimular con lo que vamos encontrando en el camino. Un nuevo amigo, el niño que crece, el mal ajeno u otra lesión mucho más grave. Con lo que sea preciso. Algunas sangran por siempre jamás. Pero recogemos la sangre y nos la volvemos a tragar. Hay que sobrevivir. Dos son los daños irreparables. El que deja el paso del tiempo. El que se marca con una palabra. Es como si tiempo y lenguaje dejaran sus crías en cada poro convirtiéndolos en cráteres yermos. Cada segundo nos arranca la posibilidad de haber sido, de haber podido. Siempre perdemos una oportunidad, siempre nos arrepentimos de no llegar a tiempo para agarrarnos a lo que deseamos un instante antes. Y la arena que cae de desde arriba forma una duna que termina por sepultarnos. Eso es la muerte. No que el tiempo se acabe sino que el tiempo se pierda. Y, mientras, vamos acumulando las palabras en el pensamiento. Siempre nuevas por muchas veces que fueran escuchadas antes. En lugar preferente las que arrasaron con todo. Aplastadas por las demás, esas que una vez escuchamos sonriendo, pero que olvidamos en algún lugar o se las llevó quién las pronunció. Sabía que era lo peor que podía hacer contigo. Ensangrentados, tapándonos las heridas. Así vivimos. Lanzando navajazos protectores tan lentos como un aullido. Inútiles.
ResponderEliminar- See more at: http://www.lavidadelreves.es/tag/quim-paneque/#sthash.BNlD2GJe.dpuf
Siempre los riesgos los resumo con la tan sencilla frase que dice "el que no arriesga no gana"...
ResponderEliminarY la vida es eso...arriesgar constantemente...
Pero en verdad se pierde?...
Hoy siento que siempre gano, incluso a costas de "perder"...
Y mira si habre ganado, que por ejemplo, tengo lo mas precioso que puedo pedir, y es la compañia de mi gente...esa compañia hermosa e inigualable...
Y entre esa gente hace ya un tiempo te "gane" a vos Ro!!!...gane charlas interminables, puntos de vista, favores, sentires...
Gracias por cada grano de arena que invertis en mi!!!
Te Quiero Mucho!